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‘Cuacolandia’, el santuario poblano que salva a caballos víctimas de maltrato

Se ubica en Haras Ciudad Ecológica y es el primero de su tipo en Puebla. Recibe desde ejemplares con pasado en las calandrias, carretoneros, partícipes de carreras clandestinas o medios de transporte y carga. Todos víctimas de maltrato.

CARLOS MORALES

Puebla / 25.08.2020 02:12:09

Organizaciones civiles que procuran el trato digno de los animales son muchas, pero pocas en específico velan por el bienestar de los caballos; es el caso de Cuacolandia, un santuario donde los equinos tienen la oportunidad de vivir con dignidad.

El proyecto surgió en Puebla de la mano de Elena Larrea, quien en entrevista para MILENIO PUEBLA, se declara a sí misma como una activista en defensa de los derechos de los animales, aunque reconoce que el amor hacia los caballos es especial por la pureza  en su interior.

«No hay nada más profundo que la mirada de un caballo, los caballos son las ventanas hacia tu propia alma, esa nobleza que tienen no la tiene ningún otro animal».

Reciben a caballos maltratados desde carretoneros del Estado de México al igual que fueron utilizados en calandrias de Acapulco. (Andrés Lobato)
Reciben a caballos maltratados desde carretoneros del Estado de México al igual que fueron utilizados en calandrias de Acapulco. (Andrés Lobato)

Cuacolandia se ubica en Haras Ciudad Ecológica y es el primero de su tipo en Puebla. Recibe desde ejemplares con pasado en las calandrias, carretoneros, partícipes de carreras clandestinas o medios de transporte y carga. Todos víctimas de maltrato.

«Somos un santuario con casi 100 caballos rescatados en diferentes circunstancias de maltrato y abandono, tenemos caballos carretoneros del Estado de México y de las calandrias de Acapulco, tenemos caballos de la Policía Montada jubilados, tenemos caballos abandonados en las calles».

De acuerdo con Larrea, la mayoría de los caballos superan los 18 años de edad, pero hay algunos como «El Abuelo» que superan el promedio, con 29 años, así como «El Covid», el único potro que hasta el momento ha nacido en Cuacolandia, con apenas dos meses de nacido.

«A los caballos de las carreras les inyectan cocaína»

Por desgracia, la mayoría de los equinos en este santuario llegan en situaciones deplorables, víctimas de maltrato, de desnutrición, cansados de servir a quienes se comprometieron a cuidarlos y en el camino, se olvidaron siquiera de respetarlos.

«Cuando se logran decomisar o cuando alguien los entrega es porque ya no les sirve, a los caballos de las carreras les inyectan cocaína, clembuterol, la mayoría los hemos recibido en mal estado, un 30 por ciento con desnutrición severa y heridas evidentes, un 10 por ciento en situación alarmante y solo un 10 por ciento en buenas condiciones».

Por tal situación, Elena hace un llamado a la sociedad para que sea consciente en el cuidado de los animales que adopta, pues a ell los caballos han acompañado a la humanidad en diferentes pasajes de su historia, tanto como medio de transporte, hasta para emplearlo en la guerra.

«Necesitamos empezarlos a tratar como seres sintientes, que es lo que son, que sienten placer, que sienten dolor, que sueñan, debemos dejarlos de ver como objeto y si los vas a tener como objeto, mínimo tenerles respeto y darles una buena vida, y si los vas a explotar, mínimo dales de comer».

En este santuario han llegado caballos a los que les  inyectaban cocaína o clembuterol. (Andrés Lobato)
En este santuario han llegado caballos a los que les inyectaban cocaína o clembuterol. (Andrés Lobato)

A Cuacolandia llegaron caballos rescatados de Ecatepec, Estado de México, como «Jarochito» y «Limón», que aunque aún se muestran temerosos por el maltrato que sufrieron de jóvenes, poco a poco vuelven a confíar en quienes intentan darles una vida digna.

Sin embargo, la activista reconoce que sostener un inmueble como este es complejo por todos los gastos que implica principalmente en la alimentación, aunque para cuidados médicos, cuentan con el respaldo de la médico veterinaria, Vivián Pérez. Buscan producir su propio forraje para reducir gastos, pero la venta o la adopción de ejemplares tampoco es opción; incluso, el espacio podría albergar hasta 300 caballos.

«No los utilizamos para nada, simplemente llegan a un lugar para tener una vida digna después de haber servido al humano bajo condiciones deplorables toda su vida, simplemente darles un momento de paz, un respiro».

Aunque Cuacolandia se sostiene del propio bolsillo de sus integrantes y de las donaciones que recibe, esperan con ansías que la pandemia concluya para arrancar con otras actividades que les permitirán un mejor panorama económico; no obstante, no bajarán los brazos hasta que el tiempo se los permita, porque el amor a los caballos sigue y seguirá presente.

«No cuesta nada ser bondadoso con un ser más inferior que tú, si la gente fuera más compasiva con todos los animales, están aquí con nosotros, no para nosotros», finalizó.

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